La noche de los VMAs tuvo una escena que nadie esperaba: Rosé de BLACKPINK llegó al afterparty y, en cuestión de minutos, redes y foros estallaron por su look y su figura, descrita por miles como unas “curvas saludables” que irradiaban confianza y estilo.
Tras semanas de especulaciones sobre su peso, la artista apareció con un vestido blanco de estética etérea que acentuó su silueta y confirmó lo que muchos fans esperaban: Rosé está en un momento sólido y radiante. Lo que hizo viral su aparición no fue solo la ropa, sino la narrativa detrás del outfit: un diseño de líneas angelicales combinado con detalles punk, que terminó por convertirla en el centro de atención.
Usuarios en plataformas comentaron con asombro y cariño, celebrando que su aspecto irradiaba salud y presencia escénica. Para muchos, ver a Rosé así fue un alivio, una celebración de su bienestar tras meses de preocupación mediática y el fandom respondió con mensajes de protección y orgullo.
Pero la repercusión fue doble: además del aplauso, surgió la discusión mediática sobre cómo la prensa y el público tratan el cuerpo de las celebridades femeninas. Muchos elogiaron que la conversación se volviera positiva, centrándose en su arte y en su look y no en juicios dañinos.
En pocas palabras: Rosé no solo sirvió una imagen espectacular; volvió a poner el foco en cómo la industria puede celebrar la salud y la confianza de sus artistas. El afterparty de los VMAs terminó con Rosé como una de las figuras más comentadas: por un mensaje silencioso pero poderoso: la belleza también es bienestar.

