De acuerdo con la información revelada por los medios británicos, hay suficientes razones para asumir que el rey Carlos estaría furioso por la posibilidad de tener que cancelar una de sus tradiciones reales favoritas por temas ajenos a su voluntad.
Es bien sabido que en la finca de Sandringham se crían aves silvestres para la caza anual de invierno, siendo una de las actividades favoritas del monarca aun a sus 76 años; sin embargo, una gran escasez de faisanes parece impedir que la tradición anual se pueda ejecutar con normalidad.
Una fuente le reveló a The Sun que, tan pronto se le informó de la situación al mandatario británico, este se enojó: «Fue un desastre total. No había pájaros, ni explosiones, solo caras rojas. El Rey no podía asimilar la información«; recordemos que esta caza del Boxing Day es una actividad indispensable en las vacaciones navideñas de la familia real.
Se cree que la preservación y cría de aves silvestres en la finca se viera afectada luego del despido de un guardaparques que llevaba años encargado de esta labor y fue sustituido de su puesto en una reciente renovación de personal.